Hijo mío, no olvides mis enseñanzas, sino guarda mis mandamientos en tu corazón, porque prolongarán tu vida muchos años y te traerán paz y prosperidad. Que el amor y la fidelidad nunca te abandonen; átalos a tu cuello, escríbelos en la tabla de tu corazón. Entonces ganarás favor y buen nombre a los ojos de Dios y de los hombres.
Confía en el Señor de todo corazón y no te apoyes en tu propia prudencia; sométete a él en todos tus caminos, y él enderezará tus sendas.