Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no es condenado, pero el que no cree ya está condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios. Y éste es el juicio: la luz vino al mundo, y la gente amó más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Porque todo el que hace lo malo odia la luz y no viene a la luz, para que no se descubran sus obras. Pero quien hace lo que es verdadero sale a la luz, para que se vea claramente que sus obras han sido realizadas en Dios.