Quiero decir que el heredero, mientras sea niño, no se diferencia de un esclavo, aunque es dueño de todo, pero está bajo tutores y encargados hasta la fecha fijada por su padre. De la misma manera nosotros también, cuando éramos niños, estábamos esclavizados a los principios elementales del mundo. Pero cuando llegó la plenitud de los tiempos, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para redimir a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiéramos la adopción como hijos. Y porque sois hijos, Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: «¡Abba! Padre!» Así que ya no eres esclavo, sino hijo, y si hijo, heredero por medio de Dios.