El Señor es mi fuerza y mi defensa; se ha convertido en mi salvación. Gritos de alegría y victoria resuenan en las tiendas de los justos:
«¡La diestra del Señor ha hecho maravillas! La diestra del Señor está en alto; ¡la diestra del Señor ha hecho cosas poderosas!». No moriré, sino que viviré, y proclamaré lo que ha hecho el Señor.
El Señor me ha castigado severamente, pero no me ha entregado a la muerte.
Ábreme las puertas de los justos; entraré y daré gracias al Señor.