Considero que nuestros sufrimientos actuales no son dignos de comparación con la gloria que se revelará en nosotros. Porque la creación espera con impaciencia que se manifiesten los hijos de Dios. Porque la creación fue sometida a la frustración, no por su propia elección, sino por la voluntad del que la sometió, con la esperanza de que la creación misma sea liberada de su esclavitud a la decadencia y llevada a la libertad y a la gloria de los hijos de Dios. Sabemos que la creación entera ha estado gimiendo como con dolores de parto hasta el momento presente. No sólo eso, sino que nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente mientras esperamos ansiosamente nuestra adopción como hijos, la redención de nuestros cuerpos. Porque en esta esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que aún no tenemos, lo esperamos pacientemente.