Porque si hemos estado unidos a Él en una muerte como la suya, ciertamente también estaremos unidos a Él en una resurrección como la suya. Porque sabemos que nuestro viejo yo fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo dominado por el pecado sea deshecho, a fin de que dejemos de ser esclavos del pecado; porque todo aquel que ha muerto ha sido liberado del pecado. Ahora bien, si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él. Porque sabemos que, desde que Cristo resucitó de entre los muertos, no puede volver a morir; la muerte ya no tiene dominio sobre él. La muerte que murió, murió al pecado de una vez para siempre; pero la vida que vive, la vive para Dios. De la misma manera, considérense muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús.