Por eso, hermanos, os exhorto a que, en vista de la misericordia de Dios, ofrezcáis vuestros cuerpos como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios: éste es vuestro culto verdadero y propio. No os conforméis al modelo de este mundo, sino transformaos mediante la renovación de vuestra mente. Entonces podrás probar y aprobar cuál es la voluntad de Dios: su voluntad buena, agradable y perfecta.
Pues por la gracia que me ha sido dada, os digo a cada uno de vosotros: No tengáis más alto concepto de vosotros de lo que debéis, sino más bien pensad de vosotros mismos con juicio sobrio, conforme a la fe que Dios ha distribuido a cada uno. Porque así como cada uno de nosotros tiene un cuerpo con muchos miembros, y estos miembros no tienen todos la misma función, así en Cristo nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo, y cada miembro pertenece a todos los demás. Tenemos dones diferentes, según la gracia que se nos ha dado a cada uno. Si tu don es profetizar, profetiza conforme a tu fe; si es servir, sirve; si es enseñar, enseña; si es animar, anima; si es dar, da con generosidad; si es dirigir, hazlo con diligencia; si es mostrar misericordia, hazlo con alegría.