Una vez más, el reino de los cielos es como una red que se echó al lago y atrapó toda clase de peces. Cuando estaba lleno, los pescadores lo sacaban a la orilla. Luego se sentaron y recogieron los peces buenos en cestas, pero tiraron los malos. Así será al final de la era. Los ángeles vendrán y separarán a los malvados de los justos y los arrojarán al horno ardiente, donde habrá llanto y crujir de dientes.