Y orad en el Espíritu en toda ocasión con toda clase de oraciones y peticiones. Con esto en mente, mantente alerta y sigue orando siempre por todo el pueblo del Señor. Rezad también por mí, para que siempre que hable se me concedan palabras para dar a conocer sin miedo el misterio del Evangelio, del que soy embajador encadenado. Reza para que pueda declararlo sin miedo, como debería.