En presencia de Dios y de Cristo Jesús, que juzgará a vivos y muertos, y con vistas a su aparición y a su reino, os hago este encargo: Predicad la palabra; estad preparados a tiempo y fuera de tiempo; corregid, reprended y animad, con gran paciencia y cuidadosa instrucción. Porque llegará el momento en que la gente no soportará la sana doctrina. En cambio, para satisfacer sus propios deseos, reunirán a su alrededor a un gran número de maestros que digan lo que sus oídos picados quieren oír. Apartarán sus oídos de la verdad y se volverán hacia los mitos. Pero tú, mantén la cabeza en todas las situaciones, soporta las dificultades, haz el trabajo de un evangelista, cumple con todos los deberes de tu ministerio.