El dicho es digno de confianza y merece plena aceptación: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero. Pero recibí misericordia por esta razón, para que en mí, como el primero, Jesucristo desplegara su perfecta paciencia como ejemplo para los que habían de creer en él para la vida eterna. Al Rey de los siglos, inmortal, invisible, Dios único, sea el honor y la gloria por los siglos de los siglos. Amén.