Siempre damos gracias a Dios por todos vosotros y os mencionamos continuamente en nuestras oraciones. Recordamos ante nuestro Dios y Padre vuestra obra producida por la fe, vuestro trabajo impulsado por el amor y vuestra perseverancia inspirada por la esperanza en nuestro Señor Jesucristo.
Porque sabemos, hermanos y hermanas amados por Dios, que él os ha elegido, porque nuestro Evangelio llegó a vosotros no sólo con palabras, sino también con poder, con el Espíritu Santo y con una profunda convicción. Ya sabéis cómo hemos vivido entre vosotros por vuestro bien. Os hicisteis imitadores nuestros y del Señor, porque acogisteis el mensaje en medio de graves sufrimientos con la alegría que da el Espíritu Santo. Y así te convertiste en modelo para todos los creyentes de Macedonia y Acaya.