Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os levante a su debido tiempo. Echa toda tu ansiedad sobre él, porque él cuida de ti.
Mantente alerta y con la mente sobria. Tu enemigo, el diablo, merodea como un león rugiente en busca de alguien a quien devorar. Resistidle, firmes en la fe, porque sabéis que la familia de los creyentes de todo el mundo está pasando por el mismo tipo de sufrimientos.
Y el Dios de toda gracia, que os llamó a su gloria eterna en Cristo, después de que hayáis sufrido un poco, él mismo os restaurará y os hará fuertes, firmes y constantes. A él sea el poder por los siglos de los siglos. Amén.